sábado, 28 de marzo de 2015

Erradicar la competencia y promover la colaboración

La escena es común: termina una competencia escolar y los participantes reciben un diploma o regalo simbólico, que los felicita por su participación. En un bando están los padres que celebran este gesto, pues creen que se trata de una estrategia para proteger el fortalecimiento de la autoestima de sus hijos. Pero no son pocos los apoderados que levantan la voz, alegando que premiar a todos es injusto hacia los que ganaron y que lo único que se consigue es que los pequeños no quieran dar lo mejor de sí.
Alfie Kohn –conferencista, académico, escritor y educador estadounidense conocido por sus controversiales puntos de vista sobre educación y paternidad– no está de acuerdo con ninguno de estos dos grupos. Desde su casa, en Boston, dice con ironía:

“No quiero decir que darles premios a todos sea bueno; más bien me parece un poco inocuo; al final, no es más que una expresión de cariño. Si yo critico estas competencias y la entrega de premios es desde una mirada más profunda: es el concepto mismo de competitividad y esfuerzo a toda costa el que me parece negativo”.
¿Por qué afirma que la competitividad es nociva?
Lo que yo quisiera es ver más juegos cooperativos que competitivos. La competitividad como valor destruye las relaciones humanas, porque la idea que está en su base es que los demás son potenciales obstáculos para mi éxito. Esto crea desprecio hacia uno mismo, junto con incentivar la agresividad y estimular la trampa, el engaño, la estafa. Además, evita el surgimiento de conductas cooperativas, que a la larga se traducen en una mayor productividad. La gente rinde más y se siente mejor consigo misma cuando tiene éxito, pero además es parte de una comunidad en la que todos se apoyan.
Kohn, padre de dos hijos preadolescentes, está habituado a disparar hacia las bases mismas del sistema educativo occidental: los rankings de notas, que estimulan la competitividad entre instituciones, son uno de sus blancos favoritos. Por algo la revista Time lo calificó como “el más franco y abierto crítico de las notas, pruebas y tests” que hay en Estados Unidos. Columnista habitual de influyentes medios de comunicación, como The Washington Post y The Huffington Post, ha escrito más de una decena de libros sobre estos temas. Uno de los más conocidos es El mito de las tareas (2007), donde asegura que el hábito de enviar actividades para que los niños hagan en la casa, después del colegio, no refuerza los contenidos, como se cree, sino que solo consigue que los escolares pierdan interés en aprender.
Kohn acaba de lanzar una nueva publicación: El mito del niño malcriado. Desafiando la sabiduría convencional sobre niños y paternidad, volumen en el que profundiza en la filosofía que le ha dado fama.
“Quise escribir este libro –dice– porque hay un cúmulo de ideas sobre cómo son los niños y sobre cómo debieran ser enseñados, que no solo carece de respaldo científico, sino que además se basa en valores que son muy conservadores, como la evaluación excesiva del esfuerzo y la competencia.”
Kohn agrega que en Estados Unidos reina la idea de que los niños están recibiendo todo “demasiado fácil”, sin haber hecho suficiente trabajo ni haber sido tan persistentes.
“Por esta razón, habría toda una generación de niños malcriados, consentidos, que no saben lo que es la frustración, a la que se evalúa como ‘vital’ para aprender a sobrevivir en este ‘mundo cruel’ ”, agrega.
Usted cuestiona el valor del trabajo duro como camino hacia el éxito. ¿Por qué?

En Estados Unidos, la última moda en educación es la necesidad de instalar la persistencia en los niños; para mí se trata de un sofrito de la antigua ética protestante sobre el valor del trabajo.
¿Qué le dice la palabra ‘meritocracia’?
Me parece muy difícil afirmar que alguien tuvo éxito sobre la base de sus méritos. En el caso de los niños, me parece peligrosa esta idea, porque, para forjar la creencia en su propio valor fundamental como personas, necesitan sentir apoyo incondicional, independientemente de sus ‘méritos’. ¿Estamos más preocupados de seleccionar a los mejores y ponerlos como ejemplo, o de que todo niño tenga acceso a una buena educación?
Si estas ideas no tienen respaldo científico, ¿de dónde vienen?
El esfuerzo a toda costa es un punto de vista muy conservador, porque reproduce las instituciones y valores que tenemos hoy, en vez de estimular el cambio social. Por eso, al final de mi libro, invito a los adultos a ayudar a los niños a convertirse en lo que llamo ‘rebeldes reflexivos’; que se escandalicen por las cosas escandalosas, que hagan preguntas incómodas, aunque no sean bienvenidas por las autoridades.
En una de sus columnas en ‘The Washington Post’ asegura que hoy se habla de ‘educación de calidad’ sin que las partes involucradas se pongan de acuerdo sobre lo que eso significa. ¿Cómo define usted esta discusión?
Cada vez que hago una conferencia, tanto frente a padres como frente a educadores, pregunto: “¿Cómo quieren que los niños sean cuando adultos?”. Y siempre responden que quieren que sus hijos sean felices y éticos, independientes y compasivos; que sean pensadores críticos y creativos, que amen aprender. Pero, cuando les pido que comparen estas metas con las características de sus colegios, descubren una enorme brecha, una profunda desconexión. El sistema educativo no está enfocado en ninguno de estos valores. Lo que parece motivar a los colegios es alcanzar puntajes. Y esto hace que los niños odien la institución y duden de sus propias capacidades. Aprenden que el objetivo de conseguir buenas notas es ser mejor que el resto.
Pero esos mismos padres dirían que sí quieren tener a sus hijos en colegios que demuestran buenos resultados en los ‘rankings’.
Si los padres dicen eso es porque no han sido invitados a pensar en el efecto destructivo de las notas y las pruebas estandarizadas. La investigación científica demuestra de manera consistente que, cuando los alumnos son evaluados de esta manera, suceden tres cosas: tienden a estar menos interesados en el aprendizaje por sí mismos; escogen siempre el camino más fácil si tienen la opción (no porque sean flojos, sino porque son racionales) y tienden a tener un pensamiento más superficial. En vez de hacerse preguntas del tipo ‘¿estamos seguros de que esto es así?’ o ‘¿esto no se contradice con lo que vimos la semana pasada?’, preguntan ‘¿qué entra en la prueba?’. Pero la ironía más triste es que mucha gente que no sabe sobre pedagogía o educación –me refiero a políticos o altos ejecutivos– hablan sobre los rankings como indicadores de calidad, cuando justamente atentan contra la calidad en su sentido más profundo.
SOFÍA BEUCHAT
El Mercurio (Chile) GDA
Fuente: http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/entrevista-con-alfie-kohn-experto-en-educacion/14240918

jueves, 26 de marzo de 2015

Colecho o co-sleeping: durmiendo con tus hijos

Hasta hace bien poco nuestro “centro de sueño y descanso” era el de la foto: una cuna de colecho pegada a una cama de matrimonio pegada a su vez a una cama individual y flanqueada por las tan necesarias barras protectoras para que los peques no se caigan por la noches… y es que mi mujer desde siempre ha dormido con nuestros hijos.
Y digo mi mujer porque yo he salido de esa ecuación: ahora duermo sólo en el cuarto que se supone que debería ser de mi hija y he pasado años durmiendo en sofá del salón.
Sinceramente es la mejor decisión que pudimos tomar nunca.
Nuestra rutina actual es tal que así: mi mujer a eso de las 21:00 acuesta a nuestro bebé de 8 meses y 9,5 kg, que para entonces ya no puede con su alma. Yo me suelo quedar acompañando a mi hija mientras que termina de cenar y ve un poco la tele, a las 22:00 horas se viene a mi cama y se duerme mientras yo leo mi Kindle. A la media hora o así la suelo llevar con su madre ya completamente dormida y con suerte la consigo meter en la cama sin despertar a ninguno de los tres.
Si mi mujer es afortunada puede dormir más o menos del tirón hasta las 2:00 de la madrugada en la que el peque pide pecho, y de ahí hasta la siguiente toma en torno a la 5:30. A eso de las 6:30 normalmente el peque ya está despierto y me lo trae a mi cama para que lo cuide mientras que ella se ducha y la niña sigue durmiendo. Con un poco de suerte yo puedo seguir después durmiendo un poco con la pequeña mientras que ella desayuna con el bebé.
Ese es nuestro plan y nos va muy bien.
A veces evidentemente la cosa se complica porque hay toses, mocos, dolores de tripa y todas esas cosas que convierten las noches en pesadillas… pero bueno, digamos que eso son las excepciones.
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Lo que no existen en mi casa son los llantos nocturnos, algo que escuchando a los peques de mis vecinos al parecer suele ser bastante frecuente. Ellos son también cuatro en la familia y siguen el “modelo convencional”, los padres duermen juntos y los niños en sus cuartos. Es lo que te suelen recomendar los pediatras: a los seis meses el niño a su cuarto.
Para algunos padres ese momento es una liberación, un momento en el que se vuelven a reencontrar como pareja, con su cuarto y lecho de nuevo solo para ellos… pero para otros es el comienzo de una auténtica pesadilla, plagada de viajes al cuarto del pequeño para calmarle y que deje de llorar. Como a mis pobres vecinos, que por lo que escucho en mis innumerables horas de insomnio deben levantarse una media de unas tres veces por hijo cada noche… y cuando no se levantan es peor porque el sollozo se convierte pronto en llanto, el llanto en berrido y de ahí a la auténtica histeria nocturna.
Eso en mi casa no existe.
Si acaso a veces la pequeña se sobresalta por la noche, su madre la toca ligeramente y ella vuelve a dormir al instante. En la mayoría de los casos mi mujer ni se acuerda de estos micro-incidentes. Estos “episodios” duran menos de cinco segundos y luego todo vuelve a la normalidad.
El único llanto nocturno presente en nuestra casa es el que se filtra por las paredes desde la casa de los vecinos.
No es la panacea, sin duda mi mujer está deseando que el niño deje de mamar por la noche para que al menos un día a la semana la pueda sustituir yo y ella vuelva a probar lo que es “dormir del tirón”… Son gajes de ser padres, pero no entiendo como su situación podría ser mejor con los niños durmiendo en otro cuarto, salvo que tuviéramos unos de esos benditos que nunca abren la boca por la noche.
Como padre evidentemente tienes derecho a probar el modelo de crianza que mejor consideres… líbreme Dios de decirte cómo debes gestionar tu familia, yo sólo te puedo decir que a nosotros así nos va muy bien y que es la mejor decisión que pudimos tomar.
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Si me permitís estirar el argumento un poquito más y adentrarme en el terreno del razonamiento de Perogrullo, ¿a caso no es lo natural? Cuando éramos hombres de las cavernas yo supongo que todo el clan dormiría lo más junto posible los unos de los otros, aprovechando el calor generado por lo cuerpos y creando un círculo de protección donde los niños y bebés estarían en el lugar más protegido. Algo parecido a como se desplazan las manadas de elefantes o delfines, con los grandes machos en el exterior, las hembras en el interior y las crías en la parte más protegida.
Sinceramente no me imagino a unos padres peludos de esa época diciendo “este bebé está ya muy crecido vamos a trasladarlo al ala oeste de la caverna“.
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El bebé o el niño en la oscuridad de la noche es normal que se despierte y tenga miedo al encontrarse completamente solo, recurriendo al llanto para conseguir que sus padres vuelvan a su lado, una llamada que se intensifica si no hay respuesta. No olvidemos que el abandono en la naturaleza es sinónimo de muerte asegurada.
Por eso son las 4 de la madrugada y en el tiempo que he tardado en escribir esta entrada mis pequeños vecinos ya es la tercera vez que lloran desconsolados. Creo que ahora es la pequeña la que solloza y repite angustiada “mama mama mama”… y ahí escucho llegar a uno de los padres… y el llanto cesa al instante.
Esos padres mañana se tendrán que levantar a la hora de siempre, ir a trabajar conduciendo, tener reuniones, atender a clientes y hacer un montón de cosas delicadas privados de los beneficios de un sueño reparador.
Que alguien le explique eso a todos los que supongo que con todas su buena intención financian este tipo de campañas:
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Algunos expertos en la materia (siempre hay expertos en todas las materias) argumentan que el niño que duerme con sus padres es menos autónomo, más inseguro… por cada uno de esos expertos existe otro que opina exactamente lo opuesto, que el niño que duerme con sus padres es más seguro, más autónomo.
Yo como no soy un experto no tengo opinión al respecto, ni sé como son los hijos de los demás, lo único que puedo decir es que ayer estuve media hora de discusión en la calle con mi hija de tres años porque se quería volver a casa sola y me exigía que yo caminara en dirección contraria con el bebé (tú allí… yo a casa, sola).
Por esos y otros muchos detalles de momento no me parece en absoluto una niña insegura o con falta de autonomía, más bien lo contrario, y dicho sea lo cual tampoco me lo parecen los hijos de mis vecinos.
Evidentemente siempre hay una duda en el aire con esto del colecho: ¿y esto cuando termina? ¿cuando el niño será capaz de dormir solo? Mi opinión al respecto es que será algo que ocurra de manera natural y que todavía faltan bastantes años para que eso pase… yo no tengo ninguna prisa al respecto.
Llegado un momento a mis hijos les gustará tener su espacio, sus cosas, sus amigos, sus conversaciones y llegado un momento darán el paso de querer dormir solos. Antes o después buscarán su propia cueva y formarán su propio clan.
Así que si eres padre y tus noches y las de tus hijos son una auténtica pesadilla, sólo te recomiendo que amplíes tu visión y al menos investigues alternativas como el colecho en inglés “co-sleeping”.
Si en Japón es lo habitual alguna razón habrá.

FUENTE: http://www.fernandoplaza.com/2015/03/colecho-o-co-sleeping-durmiendo-con-tus-hijos.asp

sábado, 21 de marzo de 2015

ACM: Porqué a contramarcha


Las estadísticas demuestran que viajar de espaldas a la marcha es cinco veces más seguro que ir mirando hacia delante. Aquellos países que han adoptado esta importante medida (Países Escandinavos) tienen los índices más bajos de mortalidad infantil en carretera de todo el mundo.

Para entender el porqué de afirmación, tres factores deben ser tenidos en cuenta:

1.- Tipo de impacto: Estadísticamente hablando, los impactos más graves son los frontales y frontolaterales. Por este motivo, los sistemas de seguridad se desarrollan para garantizar su eficacia sobre todo en ese tipo de colisiones. 

2.- La energía generada en un impacto: 1 kg de peso a 50 kms/h, en caso de frenazo brusco se convierte en 32.

3.- Las características del cuerpo sometido al impacto: Para proteger a un niño, debemos conocer cuáles son sus partes más vulnerables. Los papás no siempre somos conscientes de las diferencias morfológicas existentes entre nosotros y nuestros hijos. Fijémonos en el dibujo que viene a continuación:




En esta ilustración se puede apreciar como la cabeza del adulto únicamente representa el 6% del cuerpo, mientras que en un niño inferior a dos años ésta proporción es del 20%, Por otro lado, el cuello del pequeño es muy corto y la zona pectoral y abdominal excesivamente grande en comparación con el adulto. Si queremos conseguir una protección eficaz, nuestra silla de auto deberá salvaguardar de manera exquisita las partes más frágiles de nuestro hijo: cabeza, el cuello y órganos internos.

Teniendo en cuenta que a 50 kms/h la cabeza de un bebé de 6 meses (2 kgs aprox.) aumenta su peso hasta los 60 kgs (aprox.) en una silla colocada de cara a la marcha en la que el niño está sujetado con un arnés que bloquea sus hombros, la cabeza es lanzada con una fuerza que el cuello incapaz de soportar, causando por ello lesiones de extrema gravedad o incluso la muerte del menor. 



Con una silla instalada a contramarcha esto no ocurre, pues la cabeza, el cuello y la espalda están alineados sobre el respaldo y la fuerza del impacto es absorbida por la propia silla salvaguardando al máximo las zonas más vulnerables del niño y reduciendo considerablemente la presión sobre su tórax y abdomen.



¿Durante cuánto tiempo debe viajar el niño de espaldas a la marcha? 

Siendo una silla de espaldas un 500% más segura que una silla de frente con arnés, la respuesta a esta pregunta es bastante obvia: El mayor tiempo posible. 

Cualquier niño debería viajar de espaldas a la marcha como mínimo hasta 2 años de edad y si es posible, se recomienda fervientemente llevarles de espaldas hasta los 4 o incluso hasta los 7 años si es posible. El 95% de los papás españoles creen que su niño debe ir en una silla de espaldas sólo hasta los 9 kgs. (6 u 8 meses aprox.) Esta presunción, además de errónea, puede tener (y tiene) consecuencias desastrosas. 

El primer país que adoptó esta medida fue Suecia. Allí los niños llevan viajando de espaldas más de 40 años. De hecho, los papás de hoy ya vivieron la experiencia de viajar de espaldas a la marcha cuando ellos eran bebés. Tomad nota del siguiente dato:

Entre 1992 y 1997 solamente 9 niños que viajaban en sillas de espaldas a la marcha fallecieron en accidente de tráfico. Todos ellos se vieron envueltos en accidentes con consecuencias catastróficas por aplastamiento o intrusión. Al contrario de lo que sucede en Suecia, en nuestro país se producen accidentes con consecuencias de poca gravedad para los adultos y que resultan tremendamente graves o incluso mortales para los más pequeños. 

Muchos estaréis pensando que en España no tenemos sillas nos permitan llevar al niño de espaldas hasta los dos años y menos aún hasta los cuatro. Esto no es cierto en absoluto y en el apartado de “MODELOS DE SILLAS” encontrareis todos los modelos que se comercializan en nuestro país y que os permitirán viajar con vuestros hijos de la manera más segura.


Fuente: http://www.acontramarcha.com/foro/content.php?149-%BFPor-qu%E9-ACM

domingo, 8 de marzo de 2015

La importancia de las emociones

La puerta de entrada al conocimiento es la emoción. Y que es con la emoción como despierta  la curiosidad de la que se sigue la apertura automática de las ventanas de la atención, lo que pone en marcha los mecanismos neuronales del aprendizaje y la memoria


Hoy tenemos el privilegio de tener en una entrevista con aFrancisco Mora, Catedrático de Fisiología Humana por la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, doctor en Medicina por la Universidad de Granada, y doctor en Neurociencias por la Universidad de Oxford, asimismo desarrolla su trabajo actual entre la Universidad de Iowa y España.
Uno de los autores más interesantes de las neurociencias a nivel mundial, y especialmente en ese cruce apasionante que llamamosneuroeducación. Autor de una obra prolífica, algunos de ellos son:“Neurocultura”, Alianza Editorial, 2007, “Cómo funciona el cerebro”, Alianza Editorial, 2009, “El bosque de los pensamientos”, Alianza Editorial, 2009, “El dios de cada uno: por qué la neurociencia niega la existencia de un dios universal”, Alianza Editorial, 2011; o su último libro, “Neuroeducación. Sólo se puede aprender  aquello que se ama”, Alianza Editorial, 2013.
1. ¿Cómo sintetizaría en tres claves la educación del s. XXI?
La educación en nuestro siglo ya lleva una dirección que viene trazada por la Ciencia y en particular por la Ciencia del Cerebro, alejándola poco a poco de opiniones e ideologías. Todo esto se puede reducir a una clave. Aquella con la que, utilizando el método científico, abrirá los códigos que encierran el funcionamiento del cerebro. Esto nos debiera llevar a un nuevo concepto de la educación. Un nuevo mundo de conocimientos e instrumentos con los que mejorar la enseñanza de los profesores y el aprendizaje en los alumnos. Pero sobre todo a una nueva educación que cambie al ser humano. Y más allá, y aunque parezca idealista, yo me atrevo a predecir que esta nueva educación llevará a desterrar lentamente el pensamiento mágico y a potenciar el pensamiento analítico y crítico y desde luego el creativo. Todo esto acontecerá de un modo lento pero  también, inexorable.
2. ¿Cuáles son las tres aportaciones imprescindibles de las neurociencias, que todo docente debe saber para su trabajo de aula? ¿Podría ponernos algún ejemplo?
La aportación fundamental de la Neurociencia reside en hacer ver a todos los docentes que la puerta de entrada al conocimiento es la emoción. Y que es con la emoción como despierta  la curiosidad de la que se sigue la apertura automática de las ventanas de la atención, lo que pone en marcha los mecanismos neuronales del aprendizaje y la memoria. De esto se sigue que en el aula y en cada clase de todos los días, se debe comenzar haciendo despertar la curiosidad del alumno con algo tal vez ajeno a la propia clase. Algo, sea una pintura, una pequeña pieza de música o de literatura, un objeto extraño, un evento sucedido en el día o la propia palabra del docente que emocione y que en el contexto de la temática de la clase arranque los motores del aprendizaje. Hay profesores de enseñanza media que ya han puesto en marcha estas ideas. Por ejemplo, han encontrado que sus alumnos muestran un gran interés cuando, cada día, antes de comenzar la materia de la clase y  durante algunos minutos, se les muestra en imágenes lo que hará el cerebro de ellos mismos cuando sigan con atención la temática de esa misma clase. Esto ya se está haciendo. Y al parecer funciona.
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3. En esa nueva figura que usted tanto ha explicado: el neuroeducador, ¿qué funciones y ayuda puede aportar en un sistema educativo del s. XXI?
El neuroeducador, en cada colegio, sería una figura capaz, de evaluar críticamente los nuevos conocimientos que aporta la Neurociencia, de modo tan acelerado y cambiante, sobre la enseñanza y transmitirlo a los maestros y los profesores. Hay muchos falsos conocimientos, mucho neuromito que hay que rechazar. El lenguaje neurocientífico es un lenguaje, como todo lenguaje científico y técnico, difícil de asimilar por los no iniciados. De ahí la necesidad de un traductor entre la neurociencia y el profesor que trabaja directamente en el aula.Todo profesor tiene ya que saber como funciona el cerebro, sede última de lo que se aprende y memoriza. Y conocer qué mecanismos cerebrales son los que, al ponerse en marcha, llevan a un mejor aprendizaje y memoria de los alumnos. Y aunque estemos en esta temática en el principio de la historia y desconozcamos infinitamente más de lo que conocemos, es ya el momento de tomarse en serio el papel del cerebro en la enseñanza. Y en esto el neuroeducador representaría un papel fundamental.
4. ¿Podría señalar y explicar tres neuromitos que estén extendidos en la cultura popular?
Hay muchos, más de cincuenta. Permítame que le indique solo uno. Y es aquel que dice, y se sigue propagando constantemente por los medios de comunicación (aun a pesar del desmentido también constante  de los neurocientíficos), que solo se utiliza el 10% del cerebro.  Es mentira. Sería largo explicarle en que se fundamenta lo que digo. Pero créame, el cerebro es “uno” en su funcionamiento y utiliza para cada función específica todos los recursos de los que dispone. Todo ello no quiere decir, permítame el eufemismo, que haya gente en la que tal neuromito no se convierta en verdad.
5. En esa nueva complejidad cognitiva/emocional que las neurociencias van desvelando, junto a otras disciplinas, recuerdo una afirmación suya: “la emoción es la energía que mueve el mundo”, ¿cómo están entrelazadas las emociones en nuestro pensamiento y acción?
La emoción es central en el procesamiento de todo lo que se ve, se toca, o se oye. Es consustancial a estar vivo en el mundo pues el mundo sensorial solo cobra significado cuando el cerebro emocional lo colorea de bueno o de malo. Y así las palabras, las decisiones, la razón, el conocimiento y hasta los movimientos que realizamos. Todo está bajo el control de los códigos que velan por la supervivencia. Y ese control es inconsciente. Y en ello se incluye por supuesto lo que se aprende y memoriza. Aprender es tan básico y consustancial a esa supervivencia como lo es la comida o la bebida. Y la memoria igual. Todo el mundo sabe, por propia experiencia, que lo que mejor se recuerda es aquello que tiene un fuerte contenido emocional. Y hoy sabemos que los abstractos, las ideas que hiladas conforman el pensamiento humano, ya tienen significado emocional, Sí, definitivamente, la emoción es la energía que mueve el mundo.
6. ¿Cuáles serían las novedades que las neurociencias están descubriéndonos sobre ese fenómeno tan  escaso y demandado hoy en la sociedad de la información: la atención?
La atención es central a la percepción del mundo y del pensamiento. Nada se puede  aprender, de modo consciente, sin el proceso atencional. Con la atención se conforma el proceso neuronal consciente que atrapa lo que se percibe. Y es con lo que se aprende y clasifica que asoman las diferencias de las cosas y eventos del mundo y eso es conocimiento. La atención no es un proceso unitario. El cerebro pone en marcha redes neuronales diferentes para atender a fenómenos diferentes. Hay una atención básica que es diferente a aquellas otras que conocemos como fija, orientativa, ejecutiva (que es la del estudio), virtual o creativa y digital (Internet). Su conocimiento, particularmente la del estudio, puede ayudar mucho a estudiantes y profesores en distinguir por ejemplo los diferentes tiempos atencionales que se requieren para diferentes materias de estudio.
7. Desde su perspectiva neurocientífica y ahondando en un debate tan polarizado, ¿qué ventajas puede tener en el desarrollo de un alumno el uso de la web? ¿Tenemos evidencia, desde la investigación actual, de incovenientes en ese uso?
Ventajas muchas. Es una herramienta muy útil que provee de información rápida. Y digo herramienta porque no hay que olvidar que eso es lo que es internet. Internet no puede sustituir a la enseñanza en el colegio aunque haya programas muy buenos y muy útiles en la red que pueden alcanzar con sus enseñanzas  a muchos rincones aislados del mundo. El maestro “real”, la humanidad “real” y no cibernética de quien enseña, sigue y seguirá siendo absolutamente insustituible y fundamental. Pero todavía es muy temprano para evaluar los inconvenientes de internet, aparte los casos de adicción que se multiplican en el mundo. Sí parece que internet esta desarrollando un tipo de foco atencional que difiere de la atención ejecutiva que es la que se requiere para el estudio y que va en detrimento de este último.
8. Desde un punto de vista filosófico, la modernidad cartesiana con su dualismo radical (mente, res cogitans/cuerpo, res extensa) está superada como paradigma explicativo, ¿qué características podría ir configurando esta nueva etapa desde su perspectiva neurocientífica?
Como Ud. comenta el dualismo está superado y sin duda que en esto ha contribuido poderosamente la Neurociencia Cognitiva y desee luego el conocimiento actual de la propia evolución humana. Sin embargo, es verdad que nadie puede negar la existencia de un alma espiritual humana como tampoco nadie podría  negar que no exista una tacita de té, poniente el ejemplo de Bertrand Russell, dándole vueltas a la tierra,  sobre todo además si la tacita es invisible a cualquier observación humana.  Pero la ciencia claramente te lleva a lo estéril de tal propuesta y a la falta de necesidad de esa pregunta para la Ciencia. Hoy es claro, ya alejados de las brumas del pensamiento mágico, que el ser humano es producto del proceso azaroso que es la evolución y coherente con la continuidad de la existencia biológica de todo lo vivo sobre la tierra. No hay ninguna intervención sobrenatural en el caso del hombre, eso es hoy tan claro como claro lo es para los teólogos más avanzados.
9. ¿Estamos ya en una “cultura neuro? ¿Qué implicaciones más inmediatas está teniendo y tendrá en un futuro próximo?
Permítame que le conteste a esta pregunta con una respuesta poco académica  y más coloquial y de tertulia. Lo “neuro” se ha sacado “de tiesto”. Todo comenzó con la “Neuro-filosofía” de Churchland. Era innovadora y tenía un claro sentido el bautizo “neuro”. Lo que ella quería expresar fundamentalmente era lanzar una “mirada fresca” a entender mejor el problema cerebro-mente, o si se quiere cuerpo-espíritu, desde los conocimientos de la Neurociencia y hacer “nueva” esa visión.  Es decir, señalar que la Filosofía, al menos en este problema, se volvería muy pronto estéril si a partir de “ya” no se tuvieran en cuenta los conocimientos que se tienen acerca de qué es y cómo funciona el cerebro. Podría haber generalizado el título y haberle puesto al libro  “Cerebro y Filosofía” pero no lo hizo. Y el término “neuro”, como si fuera un meme, ganó fortuna. Desde entonces, con la fuerza de ese arranque original, nacieron con igual fundamento, la Neuroética, Neuroeconomía, Neuroestética, Neurocultura, Neuroarquitectura, Neuroeducación y todas con ese sentido de arrancar “una nueva mirada”, un antes y un después, al pensamiento sobre el hombre y su mundo. Pero como todo, nació la ola y tantos y tantos han hecho surf en ella. Ahora, sin fundamento alguno, se le pone “neuro” a casi todo, queriendo con ello llamar la atención hacia “lo nuevo y rompedor” y desfigurando con ello y su fundamento el sentido original de lo “neuro”.
10. ¿Cómo resumiría las lecciones que las neurociencias pueden darnos sobre qué significa aprender en nuestra sociedad de la información en el s. XXI?
Significa anclar definitivamente el proceso de aprendizaje y enseñanza a unas bases sólidas y definitivas alejadas de opiniones, ideologías o alumbramiento de métodos individuales. Esto tendrá un desarrollo y unos alcances todavía no predecibles. Nos damos cuenta ahora que aprender y memorizar no es simplemente almacenar algo útil, sino cambiar el cableado del cerebro de los individuos en su física y en su química y trenzar con ello sus futuros. Que cada etapa del desarrollo humano hasta su muerte y en su individualidad, necesitará de procesos de aprendizaje diferentes acorde a  los códigos cerebrales puestos en marcha en cada etapa de ese arco vital humano y alejados de los miedos que instrumentan nuestras sociedades actuales. Y en todo ello contará el papel de las paredes entre las que se enseña, sus colores, la temperatura, la luz, la orientación y los sonidos. Contarán los espacios, sean estos a ras de tierra y abiertos o arriba anclados a un kilómetro de altura por encima de las nubes. De modo que habrá un cambio profundo en la educación. Algo sin embargo vaticino que no cambiará. Por muchos medios electrónicos y digitales que haya, incluso asumiendo que viviremos con robots y ordenadores que podrán crear, junto con la visión y el sonido, un mundo artificial de “emociones humanas” “olores” y “tacto” y que nos reconocerán al llegar al trabajo y en casa y hablaremos con ellos y nos facilitarán enormemente a todos el aprender y memorizar bien, seguiremos necesitando la interacción “caliente” del maestro con los alumnos y entre ellos. ¡Eso es imprescindiblemente “humano” y eso no cambiará…! ¡No dejará de ser humano!
El texto es de aquí: https://cambiemoslaeducacion.wordpress.com/2015/03/08/entrevista-a-francisco-mora-la-emocion-es-la-energia-que-mueve-el-mundo/

viernes, 6 de marzo de 2015

Jugar, jugar, jugar sin parar!!

El verbo jugar sólo se conjuga con el verbo dejar. DEJAR JUGAR!


No caben otros verbos como dirigir o vigilar.

Jugar es el mayor placer de la infancia (y de la edad adulta). Si pensamos en nuestros placeres, en la mayoría de casos no nos gusta que nos vigilen mientras disfrutamos de ellos.¿por qué vigilar entonces a nuestros niños mientras juegan?

Convertimos el tiempo de los niños en un mero trámite hacía la edad adulta.

Si nos paramos a pensar en el día a día de nuestros hijos/as, (colegio, extraescolares, deberes...)apreciamos que no tienen ningún momento de tiempo libre,libre de adultos. El 100% de su día están bajo la atenta vigilancia de un mayor, ya sean sus profesores, monitores de extraescolares o sus padres. Con esto conseguimos que no corran riesgos, pero correr riesgos implica muchas cosas. Si todo el tiempo estamos a su sombra cual guardaespaldas no pueden descubrir cosas, ni amigos nuevos, ni hacer tonterias propias de su edad.

Se nos olvidó que nosotros crecimos y jugamos en la calle. Tuvimos la oportunidad de hacer tonterías con nuestros amigos, de correr riesgos, de ensuciarnos sin la atenta mirada de un adulto.
Crecimos a nuestro ritmo y en nuestro espacio .¿No se merecen ellos las mismas oportunidades?
Queremos proteger tanto a nuestros niños que acabamos asfixiándoles en nuestro mundo de tiempos y control.

¿Es esta la mejor manera de velar por ellos?

Ellos quieren libertad para ser y crecer, y nosotros la acotamos cada vez más.

Los niños ya no hacen guerras de agua en los parques porque la supervisión de los adultos jamás lo consentiría. Pero, tampoco nuestros supervisores lo hubieran consentido y todos lo hicimos...¿porqué? Porque teníamos libertad para hacerlo sin ellos...



Francesco Tonucci. "La ciudad de los niños y niñas de Huesca"

De permisos de maternidad e índices de criminalidad



8684629-winter-s-day-a-happy-family-mom-and-baby-snow-park-walkLeo un artículo sorprendente titulado “Suecia cierra cárceles por falta de presos“. La criminalidad desciende año tras año y los expertos lo atribuyen a las políticas preventivas y de reinserción, que probablemente serán, como en todo lo demás, las más avanzadas del mundo.
Sin embargo, a mí me da que la causa profunda no está (solo) ahí.  La realidad es que hace muchos años que Suecia está invirtiendo en salud mental de la población, incidiendo con especial cuidado en el momento de la vida en la que se gesta la salud mental para toda la vida: los primeros años.  Suecia es uno de los países que más apoya la crianza de los niños en su hogar, con sus 96 semanas de permiso por maternidad (y 60 días para el padre obligatorios) a cargo del erario público.
Casualmente, dos años mínimos en el hogar con los padres es lo que recomienda esta plataforma de psiquiatras infantiles que saben muy bien en qué se fundamenta la salud mental para toda la vida.  Eso no impide que Suecia tenga uno de los mejores índices de empleo femenino del mundo y de presencia femenina en puestos directivos en empresas y la política.  ¡¡Que hay tiempo para todo!!
imagesEn España y otros tantos países, como somos muy modernos y nos hemos creído la milonga de que somos iguales, seguimos haciendo pagar a las familias en general y a los bebés y niños en particular el precio de una igualdad mal entendida y un feminismo trasnochado y en el fondo patriarcal.  De modo que las propuestas políticas más ¿”avanzadas”? al final no son más que otra vuelta de tuerca más en esta escalada de deshumanización, miopía y castigo hacia quienes crean, crían, y cuidan. Y también hacia los bebés y niños, a quienes ven como algo simplemente “aparcable” para poderse ir cuanto antes a trabajar. Como si la crianza no fuera un trabajo importantísimo para todos. ¡¡Que estamos hablando de salud mental!!  … y de los derechos de los bebés ¿alguien se acuerda?
En el extremo contrario de Suecia tenemos a Estados Unidos, que no tiene permiso de maternidad como tal, solo las empresas de más de un cierto número de empleados y sin derecho a subsidio.  En EEUU no sólo no cierran cárceles, sino que tienen uno de los índices de criminalidad mayores del mundo.  Que los chicos tengan que pasar el detector de metales antes de entrar en el colegio da una idea bastante precisa del clima social existente.
El artículo en cuestión también menciona cuales son los países con mayorimages-2 población carcelaria del mundo, como India o China.  Eso me hizo recordar un libro que leí hace años: La cientificación del amor, en el que su autor, Michel Odent, cuenta cómo los estudios antropológicos han demostrado de muchas formas que la mejor forma de crear seres agresivos es entorpecer el vínculo con la madre, que recibe su gran impulso en el nacimiento, por el estado hormonal especial de ambos (si no se inhibe).
En la edad moderna, la forma en la que este vínculo se debilita desde sus inicios ha ido adquirido formas siniestras y un alcance casi global.  Es tan simple como impedir a la madre segregar las hormonas del amor que toda mamífera segrega durante el parto. Se hace de forma generalizada y sistemática al inducir o estimular el parto con hormonas artificiales, o realizando cesáreas innecesarias sin trabajo de parto, y en general maltratando a las madres, lo que a su vez reduce espectacularmente las posibilidades de éxito en la lactancia materna, la gran sanadora del vínculo.  La violencia obstétrica causa verdaderos estragos en la salud mental de las madres y el vínculo madre-bebé.
Otra de las cosas que cuenta Michel Odent en ese libro es que, dado que viaja constantemente por todo el mundo, ha acabado por desarrollar su propia estadística en cuanto a la seguridad en las calles.  Según él, aquellos países en los que hay un alto índice de cesáreas (indicador de una alta medicalización de la asistencia) suelen ser también aquellos en los que es arriesgado caminar solo por la calle de noche. Mientras que los que tienen bajos índices de cesáreas suelen ser seguros a cualquier hora.
Casualmente, los países con mayor índice de cesáreas son también aquellos en los que “no se puede pasear sol@ por la noche” sin correr un alto riesgo: Brasil, México, India, China …   Volviendo al tema de Suecia, uno de los países más seguros del mundo, casualmente  cuenta no sólo con uno de los sistema más completos de protección a la familia, sino también de atención al parto más respetuoso, con un indice muy bajo tanto de cesáreas como de intervenciones/interferencias innecesarias.
Siempre hay una relación directa entre estos dos factores, ya que son distintos aspectos de un mismo paradigma, que reconoce -o no- el valor de lo que es valioso. La calidad de la educación es otro aspecto relacionado.
Resumiendo, la calidad de la atención a la maternidad, la familia y la crianza son el reflejo, causa y a la vez consecuencia del grado de civilización, respeto y humanidad de una sociedad.
Es urgente ya relacionar las causas con sus efectos y obrar en consecuencia.  Si tenemos que empezar por alguna parte a mejorar algo las cosas, podríamos empezar por poner el acento en cuidar, en vez de (tratar de) curar.  Como dicen mis hijas, renta. Y si no que se lo digan a los suecos, que andan andan cerrando cárceles por falta de presos.  ¿En qué queremos invertir?
Solo es necesario que los que deciden sobre estas cuestiones estén bien informad@s,  tengan visión a largo plazo y poco apego al rendimiento político inmediato.

Isabel Fernandez del Castillo

Post sacado de aquí: http://isabelfernandezdelcastillo.com/de-permisos-de-maternidad-e-indices-de-criminalidad