No caben otros verbos como dirigir
o vigilar.
Jugar es el mayor placer de la
infancia (y de la edad adulta). Si pensamos en nuestros placeres, en la mayoría
de casos no nos gusta que nos vigilen mientras disfrutamos de ellos.¿por qué
vigilar entonces a nuestros niños mientras juegan?
Convertimos el tiempo de los
niños en un mero trámite hacía la edad adulta.
Si nos paramos a pensar en el día
a día de nuestros hijos/as, (colegio, extraescolares, deberes...)apreciamos que
no tienen ningún momento de tiempo libre,libre de adultos. El 100% de su día
están bajo la atenta vigilancia de un mayor, ya sean sus profesores, monitores
de extraescolares o sus padres. Con esto conseguimos que no corran riesgos,
pero correr riesgos implica muchas cosas. Si todo el tiempo estamos a su sombra
cual guardaespaldas no pueden descubrir cosas, ni amigos nuevos, ni hacer
tonterias propias de su edad.
Se nos olvidó que nosotros
crecimos y jugamos en la calle. Tuvimos la oportunidad de hacer tonterías con
nuestros amigos, de correr riesgos, de ensuciarnos sin la atenta mirada de un
adulto.
Crecimos a nuestro ritmo y en
nuestro espacio .¿No se merecen ellos las mismas oportunidades?
Queremos proteger tanto a
nuestros niños que acabamos asfixiándoles en nuestro mundo de tiempos y
control.
¿Es esta la mejor manera de velar
por ellos?
Ellos quieren libertad para ser y
crecer, y nosotros la acotamos cada vez más.
Los niños ya no hacen guerras de
agua en los parques porque la supervisión de los adultos jamás lo consentiría.
Pero, tampoco nuestros supervisores lo hubieran consentido y todos lo
hicimos...¿porqué? Porque teníamos libertad para hacerlo sin ellos...
Francesco Tonucci. "La
ciudad de los niños y niñas de Huesca"
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